INFECCIONES VAGINALES
las
infecciones vaginales son uno de los motivos más frecuentes de visita a la
consulta, suponiendo millones de visitas anuales.
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Las infecciones vaginales están causadas por
microorganismos, pero pueden tomarse precauciones para reducir el riesgo de
contraer dichas infecciones, como usar ropa interior absorbente y no demasiado
ajustada.
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Las infecciones suelen producir una secreción con
prurito, enrojecimiento y a veces quemazón y dolor.
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Para detectar los microorganismos que pueden
causar estas infecciones, se examina una muestra de flujo vaginal o del cuello
uterino.
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El tratamiento depende de la causa.
Las
infecciones vaginales incluyen
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Vaginosis bacteriana
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Vaginitis tricomoniásica
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Infecciones por levaduras (candidiasis)
Por lo
general, causan secreción vaginal, malestar y olor vaginal. Sin embargo, estos
síntomas no indican necesariamente una infección; en su lugar, pueden ser el resultado
de otros trastornos que afectan a la vagina. Por ejemplo, sustancias químicas u
otros materiales (como productos de higiene o de baño, detergentes para la
ropa, espumas y geles anticonceptivos o ropa interior sintética) pueden irritar
la vagina y provocar una secreción y malestar. En estos casos, la inflamación
resultante se denomina vaginitis no infecciosa (vaginitis inflamatoria).
Una
secreción vaginal puede tener su causa en un trastorno que afecta a otros
órganos reproductores, más que a la vagina. Por ejemplo, determinadas
enfermedades de transmisión sexual (ETS), como la infección por clamidia o la
gonorrea producen secreción vaginal. Las bacterias que provocan estas
enfermedades se pueden propagar desde la vagina hacia el cuello uterino (la parte
inferior y estrecha del útero que se abre hacia el interior de la vagina) y el
útero, causando enfermedad inflamatoria pélvica. El herpes genital, que puede
causar vesículas en la vulva (la zona alrededor de la abertura de la vagina),
la vagina y el cuello uterino, también causa secreción vaginal.
Causas
Las
infecciones vaginales pueden producirse por bacterias, levaduras y otros
microorganismos.
Ciertos factores hacen más probable una infección:
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Disminución de la acidez
vaginal (aumento del pH): cuando
disminuye la acidez de la vagina desciende el número de bacterias protectoras
(lactobacilli) que suelen vivir en ella y aumenta el número de bacterias que
pueden causar una infección, dando lugar en algunos casos a una vaginosis
bacteriana.
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Falta de higiene: la
falta de limpieza de la zona genital aumenta el número de bacterias y las
probabilidades de infecciones bacterianas.
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Ropa interior ajustada y no
absorbente: este tipo de ropa puede atrapar la humedad, lo que
favorece el crecimiento de bacterias y levaduras.
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Lesión en los tejidos: si
existen lesiones en los tejidos de la pelvis, las defensas naturales del
organismo se debilitan. La lesión puede deberse a tumores, intervenciones
quirúrgicas, radioterapia o anomalías estructurales, como defectos congénitos o
fístulas. Las fístulas son conexiones anómalas entre órganos, lo que puede, por
ejemplo, permitir que el contenido del intestino (incluidas las bacterias) pase
a la vagina.
·
Irritación: la
irritación de los tejidos vaginales puede dar lugar a grietas o heridas que
permiten el acceso de bacterias y levaduras al torrente sanguíneo.
·
Algunas
causas específicas de infecciones vaginales son más frecuentes en ciertos
grupos de edad.
Niñas
En las
niñas, las infecciones vaginales se deben generalmente a bacterias que llegan
desde el ano. Estas bacterias pueden trasladarse hasta la vagina cuando las
niñas, en particular las de 2 a 6 años de edad, después de defecar se limpian
la zona genital de atrás hacia delante, o no lo hacen correctamente. Tocarse la
zona genital con los dedos, sobre todo si no se lavan las manos después de
defecar, aumenta también las probabilidades de infección. El tocamiento de esta
área se realiza, con frecuencia, como respuesta al prurito.
La
introducción de un objeto (como un juguete o papel higiénico) en la vagina es
otra causa frecuente de infecciones vaginales en niñas.
El
abuso sexual es otra posible causa. Durante el abuso sexual se pueden contagiar
enfermedades de transmisión sexual, como las que causan infecciones vaginales.
Los
oxiuros (lombrices) también pueden causar infecciones vaginales.
¿Sabías que...?
Se puede contraer una infección vaginal cuando se trasladan las
bacterias desde el ano hasta la vagina, al limpiarse de atrás hacia delante.
Mujeres en edad fértil
Los
cambios hormonales que se producen poco antes y durante los periodos
menstruales o durante el embarazo pueden reducir la acidez vaginal, al igual
que las duchas vaginales frecuentes, el uso de espermicidas y el semen. La
reducción de la acidez estimula el crecimiento de bacterias que causan
infecciones.
Mantener
los tampones puestos mucho tiempo puede provocar una infección, posiblemente
porque estos proporcionan un ambiente cálido y húmedo donde pueden proliferar
las bacterias y porque pueden irritar la vagina.
¿Sabías que...?
Las duchas vaginales a menudo eliminan las bacterias habituales
y protectoras de la vagina, lo que aumenta el riesgo de infección.
Mujeres posmenopáusicas
Después
de la menopausia, los niveles de estrógenos disminuyen. Como resultado, los
tejidos de la vagina se adelgazan, se vuelven más secos y más frágiles. Pueden
formarse grietas o heridas, lo que facilita el acceso de bacterias y levaduras.
Además, disminuye la acidez vaginal, con lo que aumenta el riesgo de infección.
En
caso de incontinencia urinaria o confinamiento en cama puede haber dificultades
para mantener la zona genital limpia. La irritación por orina y material fecal
puede dar lugar a una infección.
Síntomas
Las
infecciones vaginales generalmente causan secreción vaginal, que se diferencia
del flujo normal porque generalmente se acompaña de prurito, enrojecimiento y a
veces quemazón o dolor en la zona genital. La secreción puede oler a pescado.
El aspecto y la cantidad de secreción tienden a variar según la causa. Sin
embargo, diferentes trastornos a veces causan secreciones parecidas.
El
prurito puede dificultar el sueño. Ciertas infecciones hacen que se sienta dolor
durante el coito y que la micción sea dolorosa y más frecuente.
En
escasas ocasiones pueden adherirse entre sí los pliegues de piel que rodean los
orificios de la vagina y de la uretra.
Sin
embargo, a veces los síntomas son leves o inexistentes.
Diagnóstico
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Evaluación médica
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Examen y análisis de una muestra de la secreción
y/o líquido del cuello uterino
Ante
la presencia de secreción vaginal con prurito u otros síntomas vaginales, como
enrojecimiento, quemazón, molestias o dolor durante el coito, se debe acudir a
la consulta.
Historia clínica (anamnesis)
Para
determinar la causa, el médico pregunta por la secreción vaginal (si existe),
por las posibles causas de los síntomas y por la higiene. El médico también
puede preguntar a la mujer afectada lo siguiente:
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¿Ha utilizado lociones o cremas (incluyendo
remedios caseros) para tratar de aliviar los síntomas?
·
¿Cuándo comenzó la secreción?
·
¿La secreción produce prurito, quemazón, dolor,
o una herida en la zona genital?
·
¿Cuándo aparecen los síntomas en relación con
el periodo menstrual?
·
¿La secreción es intermitente o constante?
·
¿Ha tenido alguna secreción anómala antes? En
tal caso, ¿cómo respondió al tratamiento?
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¿Qué tipo de control de natalidad ha usado en
el pasado y está usando en este momento?
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¿Siente dolor durante el coito?
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¿Ha tenido infecciones vaginales antes?
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¿Tiene síntomas su pareja sexual?
También
se pregunta acerca de la posibilidad de enfermedades de transmisión sexual
(ETS). Por ejemplo, el médico puede preguntar a la mujer si es sexualmente
activa y, en caso afirmativo, si tiene más de una pareja. Esta información
ayuda a determinar si otras personas requieren tratamiento.
Exploración física y pruebas
Se
realiza una exploración ginecológica. Al explorar la vagina, se toma una
muestra de la secreción, si existe, con un hisopo de algodón. La muestra se
examina con un microscopio. Con la información obtenida en estos exámenes puede
determinarse si la causa es una vaginosis bacteriana, una vaginitis por
Trichomonas o una infección por levaduras.
Por lo
general, también se utiliza un hisopo para tomar una muestra de líquido del
cuello uterino. La muestra se examina para detectar enfermedades de transmisión
sexual.
Para
determinar si existe otra infección en la pelvis, se exploran el útero y los
ovarios insertando los dedos índice y medio (corazón) de una mano enguantada en
la vagina y presionando la parte externa del abdomen inferior con la otra. Si
esta maniobra causa mucho dolor o la mujer tiene fiebre, puede que exista otra
infección.
Prevención
La
prevención incluye los siguientes elementos:
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Mantener la zona genital limpia y seca para
prevenir infecciones (se recomienda lavar la zona genital a diario con un jabón
suave, no perfumado [como el de glicerina], y enjuagarla y secarla
minuciosamente).
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Limpiarse de delante hacia atrás después de
orinar o de defecar para evitar que las bacterias procedentes del ano sean
transportadas hacia la vagina.
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Enseñar a las niñas una buena higiene
·
El uso de ropa interior holgada y absorbente,
de algodón o revestida de algodón, para permitir que el aire circule y
contribuir a mantener seca la zona genital.
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Practicar el sexo seguro y limitar el número de
parejas sexuales
No se
aconsejan las duchas vaginales frecuentes ni medicadas. Las duchas vaginales
pueden eliminar las bacterias habituales y protectoras de la vagina y reducir
la acidez vaginal, lo que aumenta la probabilidad de aparición de infecciones,
incluida la enfermedad inflamatoria pélvica.
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